Ritual para germinar (casi) cualquier cosa

1.    Elegir con cuidado y plena voluntad aquello que se desea germinar. 

2.    Inspeccionar gentil y minuciosamente el objeto del deseo, con la mente despejada y del modo más objetivo posible. 

3.    Una vez seleccionadas las semillas debemos encontrar la forma de romper sus cáscaras para acceder al centro, algunas son más gruesas por lo que necesitarán más paciencia y ternura que otras. Para esto se las puede someter a un poco de entendimiento* e incluso un tanto de contemplación, así la semilla se ablandará poco a poco y dejará ver una parte de su interior.

3.5.        Otro método que puede resultar eficaz aunque contraproducente es romper o forzar con pinzas la cáscara de la semilla, si no se realiza con cuidado y cariño esto puede dañar la semilla y dificultar su crecimiento.

4.    Con el interior expuesto, las entrañas para afuera y la semilla blandita llega el momento de sacarle raíz. Este es el paso más importante, sin una raíz sana el deseo difícilmente germinará. La mayoría de las semillas necesitan espacio, soledad y oscuridad, lo cual puede resultar doloroso para quien busca germinarlas, pero habrá que aceptarlo, después de todo lo que se quiere es algo que cuidar.

5.   Ahora necesitamos un buen sustrato que soporte nuestro brote, puede estar compuesto por miradas tiernas, playlists personalizadas y caminatas bajo la lluvia suave, lo que parezca mejor en cada caso.

6.    Algunas cosas para tener en cuenta son:

a) Este ritual no es infalible y muy rara vez se puede tener control sobre los brotes o las semillas.

b) El riego excesivo o el abandono total pueden terminar por extinguir el objeto de deseo o ahogar a los brotes.

c) No siempre seguirán creciendo los brotes, en algunos casos morirán sin importar la cantidad de precauciones que se tomen o el tiempo dedicado a estos. 

*El entendimiento es un sueño, es decir, no existe o difícilmente se puede conseguir.